viernes, 13 de mayo de 2011

Ocho días...


Ya hemos cruzado la barrera de la primera semana. Sensaciones diferentes. Empiezo a acostumbrarme a los sonidos del puerto, al vaivén del barco y a esa tranquilidad impasible de las noches. También comienzo a obviar las incomodidaes, ya las he hecho formar parte de mi día a día. Siento como si llevara aquí toda la vida y, sin embargo...
He entrado en la ciudad varias veces y, dependiendo del momento, me parece extraña. Hay veces en que el jolgorio,y la gente riendo y charlando escandalosamente en una terraza, me resultan increiblemente atractivos... Hay otras en que sencillamente no soporto el ruido de la gran ciudad, ese ruido que hasta hace una semana ni siquiera era capaz de percibir.
En mi entorno comienza a emerger la voz de la conciencia disfrazada de padre y conocidos: aterriza en el mundo real. No sé si es por el hecho de estar viviendo en un barco o por el entusiasmo con el  que hablo, que no encaja con ninguna de las convencioes que "firmé" en el pasado con ese entorno. "¿Va en serio?". Creo que esa es la pregunta que empiezan a hacerse algunas personas que me conocen mínimamente.
Y sí, creo que va en serio, sobre todo porque el hecho, la decisión de vivir en el Valparaíso, va unida a otra decisión: la de cambiar el rumbo de mi vida, la de crecer y la de aprender a ser feliz.

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